- ¡Préstenme ustedes una "mijina" de "atensión"!
Me desperté de golpe. Eran las 7 de la mañana y me encontraba en el metro sentado, amodorrado, camino del trabajo. Uno de mis pocos momentos de paz del día había sido perturbado.
Se oyó un rasgueado muy rápido, muy flamenco.
- ¡Arsa! ¡Porrompompóóóóó...!
Un chaval gitano estaba desgañitándose en medio del vagón. Aporreaba una guitarra de barniz desgastado.
- ¡Porropoporrompompero peró...!
"Déjame dormir, caramba", pensé.
- ¡Porropoporrompó...! ¡Señorita... una moneda!
Se dirigía a una moza de buen ver situada delante de mí, que vestía una extraña falda escocesa.
- ¡El cateto de tu hermanoooo....!
"Por amor Dios. Que se calle ya de una vez. Cómo grita. No sabía que para pedir en el metro fuera necesario madrugar tanto".
- ¡Oye! -le espeté al gitanillo, incorporándome-. Si te doy una moneda, ¿te callarás?
- Claro, payo- me contestó con una sonrisita, mientras extendía la mano-. Suelta la mosca.
Fui generoso y le di 2 euros. Se dio entonces media vuelta y casi sin promediar silencio se volvió a arrancar...
- ¡Julio Romero de Torreeeees!
- ¡Oye! -le grité indignado-. Me has engañado.
- Yo me he callado... de esa canción. Con otra moneda me callo de esta.