miércoles, 13 de junio de 2012

¿Qué andas buscando?

Una señora ciega golpeaba el suelo adoquinado de la calle con su bastón. Parecía desorientada: daba un paso hacia un lado y, luego, hacia el otro. Me acerqué a preguntar si necesitaba ayuda. Me coloqué a su lado y cuando abrí la boca para hablar...
- Oiga -me dijo ella inesperadamente, orientando su rostro hacia mí-, ¿me puede responder a una pregunta?
¡Cómo! ¿Había percibido mi llegada? Dicen que los ciegos tienen mucho más desarrollados los demás sentidos.
- Claro -le respondí un poco perplejo. Total, me preguntaría sobre dónde estaba o cómo llegar a tal sitio o si la podía acompañar hasta un lugar conocido. 
Entonces me soltó:
- ¿Qué anda buscando, joven?
- ... -me la quedé mirando mudo e inmóvil.
Pero, bueno, ¿no se suponía que era ella la desorientada? ¿No iba a ayudarla yo a encontrar el camino?
- ¿Sigue usted ahí? -inquirió, sacándome de ese estado semi catatónico que te produce la sorpresa..
- Em... Sí, claro.
- Me dijo que me respondería a una pregunta. No le he oído.
- Pues... esto... En realidad no estoy buscando nada -balbucí-. En realidad, yo... usted... pensaba que... -entonces me rehice y me lancé al ataque-. ¿Qué se supone que debería estar buscando?
Entonces ella sonrió, levantó su mano derecha y la dirigió hacia mí. Me tocó la cabeza, pero buscaba mi hombro. Dio unas palmadas en él. Sonrió con un gesto entre cómplice y socarrón. Supiró levemente y cruzó la calle. El semáforo acababa de ponerse en verde.

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